domingo, 5 de julio de 2009

Hidrografía de Mendoza

En la alta cordillera nacen los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel, que, en dirección oeste-este, atraviesan el territorio de Mendoza. Los cuatro forman parte del sistema hidrográfico andino o del Desaguadero, que abarca una apreciable extensión del oeste árido del país. Sus aguas son contenidas por numerosos embalses, como El Carrizal, Agua del Toro, los Reyunos, El Nihuil y Valle Grande.
El río Mendoza es el mayor afluente del Desaguadero: nace en la zona montañosa del norte y desaparece en la laguna de Guanacache, que forma parte del Desaguadero. Un ciclo similar cumple el Tunuyán, que tiene sus nacientes unos ciento cincuenta kilómetros al suroeste de la capital y desemboca en el Desaguadero, en el departamento La Paz.
Mucho más al sur, cuando el Desaguadero trueca ya su nombre por el de río Salado, aparece la desembocadura del Diamante, que cruza la provincia por el sector central, regando los cultivos de San Rafael y su zona de influencia.
También el Atuel beneficia a esta región, pero se origina al sur del Diamante, alimentando los embalses de El Nihuil y efectuando poco después una cerrada curva hacia el sureste que lo lleva a intemarse en terntorio pampeano.
En los cursos medios y en algunos tramos del curso inferior de los mencionados ríos, la transformación humana ha operado con mayor vigor. El aprovechamiento de los caudales ha eliminado la individualidad hidrográfica y ha creado sistemas fluviales de interrelación.
En efecto, los ríos Mendoza-Tunuyán y Diamante-Atuel han sido ligados por pares en sus cursos medios. Su influencia en el desarrollo económico y en el nivel de vida de la población mendocina permite considerar dos grandes oasis que regionalizan a una Mendoza septentrional y otra meridional, separadas por una franja desértica.
Las ciudades de Mendoza y San Rafael son los centros urbanos que atraen y expanden servicios en estas áreas perfectamente identificables.
En el sur de la provincia se encuentra la laguna Llancanelo, alimentada permanentemente por el aporte de varios ríos, entre los cuales destaca el Malargüe.
Ya en los confines de la provincia aparece el río Colorado, que sirve de límite con Neuquén y se forma con el aporte del Grande y el Barrancas, desagüe natural de un gran sector de los Andes mendocinos australes.

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